Y para lograrlo, curiosamente, debemos volver a los orígenes del vino. Una uva sana, sin apenas tratamientos o con tratamientos muy respetuosos con la naturaleza y el medio.
Los vinos que hacemos son distintos, porque son el zumo de uva fermentado. Nuestro valor consiste en no poner nada añadido al vino, en especial no añadimos ni aditivos ni conservantes.
Y hemos evitado conscientemente el empleo de conservantes que se utilizan para la elaboración de los vinos: los sulfitos. La razón para hacerlo ha sido la de obtener un producto donde sólo esté presente el resultado natural del proceso de la transformación del zumo de la uva en vino. Con esto conseguimos un vino sin efectos alergénicos, apto, incluso, para veganos.
Alquilamos espacios en bodegas de amigos (que a veces nos prestan) y con nuestros medios y la tecnología de la bodega hacemos realidad nuestros vinos. De tú a tú, por el boca a boca y paso a paso, damos a conocer lo que hacemos.
Una elaboración sencilla, sin aspavientos, sin adiciones. ¡Cómo se hacía antes! Y a esto añadimos los conocimientos y medios técnicos que más de 100 años de desarrollo enológico nos ponen hoy al alcance.
De esta forma queremos hacer algo que no se hacía hasta ahora: vinos como los de “antes” pero con las mejoras y avances de “ahora”.
Embotellamos vinos sin aditivos ni conservantes al disponer de los medios que nos da el propio vino para conservarse a sí mismo y los procesos físicos que permiten ponerlo en la botella de forma que dure dentro de ella. Es decir, combinamos una forma de hacer vino cómo lo hacían los abuelos, de la viña a la bodega y ponemos lo mejor de lo nuevo que disponemos en la bodega.
Añadimos a esto el que nuestros vinos tengan alguna característica más que los haga diferentes: a veces por que son ecológicos, o porque son de una sola finca, o de un paraje o viñedo singular. O varias de estas propiedades a la vez. Lo cual hace, además, que las tiradas sean muy pequeñas. Por tanto también escasos.